La frase que da título a la presente entrada no es mía, por supuesto, sino de Lord Byron, y a su vez, es el título de un artículo que publica Ignacio Novo en la edición impresa de la revista Vía libre del mes de marzo de 2021 que, como los apasionados del ferrocarril conocen, es una revista ahora editada por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, aunque en sus origenes la editaba Renfe, cuando todavía era una empresa ferroviaria global.

Y aunque el artículo está en una revista de trenes, trata, en este caso, de la actual pandemia; en un edición anterior, el autor comentaba los paralelismos entre esta pandemia y la mal llamada gripe española, estableciendo determinadas semejanzas entre ambas. En éste, sin embargo, habla de como vivió el mundo la liberación de la crisis sanitaria de finales de la década de los 10 del siglo XX, y como dio paso a una década caracterizada por una orgía continuada de celebración y felicidad, conocida por todos como los felices años 20.
Pero lo que más me ha impresionado de este artículo es la cita que Ignacio Novo hace de un cronista de la peste negra, Agnolo di Tura, en 1348…
Y luego, cuando la pestilencia disminuyó, todos los que sobrevivieron se entregaron a los placeres: monjes, sacerdotes, monjas y laicos, hombres y mujeres. Todos se divirtieron, y ninguno se preocupó por gastar y jugar. Y todo el mundo se creía rico porque había escapado y recuperado el mundo.
Lo dicho, el mejor profeta del futuro es el pasado…