Sección de libros: Composiciones RENFE años 70, volumen 1, de Juan Carlos Alonso y Enrique Dopico

Este año, los Reyes Magos llegaron con este libro bajo el brazo…

Los libros tan especializados como éste generan grandes expectativas, dado que casi siempre se tiende a hablar, bien de una línea, bien de un material motor, y libros que hablen exclusivamente de composiciones son una rara avis en el mercado editorial del aficionado al ferrocarril. Y en este caso, al contrario de lo que me ocurrió con un libro similar, pero dedicado a las estaciones (Las 250 estaciones españolas con ancho ibérico más importantes), que me supuso una gran decepción, este libro me ha gustado, y me ha aportado curiosidades muy interesantes…

Como por ejemplo, el trasiego de composiciones TER que, saliendo de Bilbao e Irún, iban acoplándose y cortándose para dirigirse a destinos tan distintos como Valencia, Vigo y Coruña, con lo que suponía en cuanto a la coordinación de los distintos horarios; en algunos trayectos, iban acoplados tres de estos trenes (en concreto, entre Astorga y Monforte de Lemos), dato que para mí era desconocido hasta la lectura de este libro.

Otros muchas composiciones sorprenden: por ejemplo, el portacoches de Madrid a Alcázar de San Juan, que remolcaba los autoexpresos de los trenes que desde Madrid se dirigían hacia el sur, para dejarlos en Alcázar de San Juan e irlos acoplando conforme iban llegando; o el Costa Vasca, tren compuesto exclusivamente por coches de la Compañía Internacional de Coches Cama; o el paquetero de Barcelona Término a León, que tardaba nada menos que 18 horas en rendir viaje, dado el alto número de segregaciones y agregaciones de vagones en el trayecto; o el ferrobús de Barcelona Término a la Pobla de Segur y a Monzón, donde se cortaba un ferrobús de 4 coches y se dirigían a sus destinos con un coche motor y un remolque, precisando en ambos destinos de una placa giratoria para poder regresar; o la odisea del expreso de Barcelona Térmimo a Granada y Almería, con una duración de viaje para esta última de 24 horas (dado que paraba en absolutamente todas las estaciones entre Murcia y Moreda); o la composición del mítico Sevillano, que tantas veces admiraba en mi infancia a su paso por Castellón…

Sí, como podéis comprobar, este libro no me ha dejado indiferente; y aunque algunas de estas composiciones son evidentes, la labor de documentación que sin duda habrá supuesto este libro creo que ha merecido la pena.

A continuación, la ficha del libro:

Título: Composiciones RENFE años 70, volumen 1.
Autor: Juan Carlos Alonso y Enrique Dopico.
Editorial: Infosistems Labs.
Interés: Para los que vivimos esa época mítica del ferrocarril, y para el aficionado en general, un libro muy interesante que muestra la complejidad del servicio ferroviario en aquellos años.
Recomendación de lectura: sorprendente.

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Sección de libros: Feminismo para principiantes, de Nuria Varela

En la primera planta del edificio donde trabajo, en el pasillo que da acceso a los distintos cubículos donde desempeñamos con mayor o menor acierto nuestro trabajo, existe una estantería en la que reposaban en su balda inferior varios ejemplares de un pequeño libro de color amarillo cuyo título me había llamado la atención. Tras haber bajado en alguna ocasión y haberlos visto allí sin que parecieran ser de utilidad o de uso habitual, le pregunté a una compañera de la planta si podría robar uno de ellos. Tras consultarlo con la autoridad competente, me confirmó que los libros fueron los sobrantes de un curso que se hizo sobre igualdad, y que no se tenía previsto su uso en un futuro inmediato, por lo que tenía autorización para su robo. Así que, sin remordimiento alguno, cogí uno de los ejemplares de…

Transcurrió bastante tiempo desde el robo hasta su lectura (por lo que el inexistente delito habrá prescrito con toda seguridad), y también desde su lectura hasta que he iniciado esta reseña, por lo que las impresiones y sensaciones se han mitigado por el paso del tiempo, pero el buen sabor que me dejó el libro ha permanecido. Aunque, también tengo que decirlo, en algunos aspectos concretos hubiera emitido un voto particular, si eso hubiera sido posible.

La primera parte del libro está dedicada a realizar una mirada histórica, tanto a nivel global como en América Latina y España; posteriormente, relaciona el feminismo con diversos ámbitos, como la globalización, la economía o la cultura. Y es en este último donde el libro hace mención, probablemente sin conocerlo, a La Espiral del silencio, libro que me cambió la vida cuando lo leí, que no dejo de recomendar cada vez que puedo, y cuya reseña puedes leer en este mismo blog. Porque en ese capítulo destinado a la cultura se habla de la influencia que tiene los medios de comunicación en la formación de la opinión pública, y también en la afirmación de lo que es el pensamiento mayoritario de cada momento:

Los medios de comunicación son, actualmente, los encargados de repetir y repetir hasta la extenuación los estereotipos sexuales (…) Los medios de comunicación se han convertido en la gran barrera que impide el cambio real entre hombres y mujeres en las sociedades democráticas. (…) En la actualidad, los medios son capaces de construir la realidad social. En general, las opiniones se forman a partir de la información que transmiten y, con los avances tecnológicos, numerosos especialistas señalan, con acierto, que resulta difícil incluso establecer diferencias entre la realidad y la realidad reconstruida por los medios a través de su información cotidiana.

Feminismo para principiantes, La cultura, Voceros globalizados

Por otra parte, el libro, en su apartado dedicado al feminismo en España, hace una buena mención a la gran escritora gallega Emilia Pardo Bazán, a la que a modo de insulto, los hombres de la época la tildaban de naturalista, por la costumbre nunca escondida de andar desnuda siempre que podía. Una mujer avanzada a su tiempo en todos los sentidos… (tengo un artículo del diario El País sobre la costumbre de andar desnuda de Emilia Pardo Bazán que publicaré en cuanto lo encuentre).

Pero el capítulo que más me ha gustado, porque refleja una gran realidad, es el destinado al Cuerpo de las mujeres. La esclavitud que siguen padeciendo las mujeres para cumplir con los cánones de belleza, que conllevan múltiples problemas a todas las mujeres, independientemente de su edad, pero que se ceba sobre todo en las adolescentes, es uno de los asuntos que debiéramos solucionar; ni siquiera las mujeres nudistas son ajenas a esta presión, a pesar de la repetición machacona del mensaje el nudismo ayuda a la aceptación del propio cuerpo… ciertamente, la mujer nudista ha dado un paso importante en la dirección correcta, pero sigue sufriendo los prejuicios sociales sobre el concepto del cuerpo perfecto, y en muchas ocasiones deja de desnudarse, o se aparta cuando se hacen fotos… es decir, sabe que su cuerpo no está dentro del socialmente exigido a las mujeres… las cosas nunca son tan fáciles como parece. Es muy difícil sustraerse del pensamiento social dominante, y los nudistas no estamos aislados de nuestro entorno. Quizás uno de los retos más importantes sea el reflexionar como podemos cambiar esa dictadura desde la sociedad en general, y desde el nudismo en particular.

Así que si tienes interés en conocer las mujeres (y los hombres, que también los hay) que han sido decisivos en la construcción del feminismo, y la situación del feminismo en la actualidad (y no la imagen que en ocasiones se da en los medios de comunicación), este libro puede ser una buena referencia.

A continuación, la ficha del libro:

Título: Feminismo para principiantes.
Autor: Nuria Varela.
Editorial: Penguin Random House Grupo editorial.
ISBN: 978-84-1314-080-3
Interés: Conocer la evolución del feminismo desde sus orígenes hasta nuestros días.
Recomendación de lectura: libro recomendable para todos los interesados en la radical igualdad entre los hombres y las mujeres.

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Ser madre…

Nada mejor para volver a reactivar este blog (aunque no sé si volveré al ritmo de antaño, o cuando será la próxima vez que vuelva a publicar) que esta viñeta publicada el pasado 9 de octubre de 2022 en la edición en papel del diario El País. Una viñeta – reflexión sobre las grandes contradicciones que sufrimos los padres en nuestro periplo por el océano del crecimiento de nuestros hijos, viaje que en realidad nunca acaba…

La autora es Daniella Martí, dentro de la serie Días Extraños, que publica en el suplemento Ideas del mencionado diario.

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Sección de libros: Billete al fin del mundo, de Christian Wolmar

Contra lo que suele ser mi costumbre, empecé a leer este libro antes de publicar la reseña del anterior, Línea de fuego, y por poco me lo acabo también antes de hacerlo. Y el libro es…

Billete al fin del mundo, de Christian Wolmar

Mi primer contacto con el Transiberiano fue con la lectura de un artículo en la revista Selecciones del Reader’s digest que se publicó a finales de la década de los 60 (probablemente, el año fuera 1968). Yo, por aquel entonces, seguramente no sabría leer todavía, y además, mis lecturas se reducían a los TBO’s y Mortadelos que recuerdo comprar, ya con 6 o 7 años, en un kiosco de la Alameda de Xàtiva (entonces, Játiva), o en algunas de las ocasiones, en uno de la Plaça de la Bassa (también se decía en castellano en aquella época). Así que ya debí empezar a leer estas revistas repletas de artículos como Creciente poderío militar ruso o Despertar en Apalachia en el que se glosaba todas las maldades del comunismo y todas las bondades del capitalismo estadounidense en la época en que vivía en Castellón.

También habían otras artículos para mostrar el estilo de vida americano, e incluso unas secciones fijas, como Así es la vida (anécdotas de la vida cotidiana estadounidense), Humorismo militar (que por medio del humor hacía proselitismo de las fuerzas armadas de los Estados Unidos), y una Sección de libros (actualmente ya no existe) de la que he tomado el nombre (espero que no esté registrado…). Sin embargo, el artículo sobre el Transiberiano se salía del habitual estilo de la revista, y se convertía en un amable reportaje sobre un viaje que alguien realizó en ese tren en esos felices sesenta. El artículo finalizaba con un comentario que la literista de su coche hacía al llegar a Moscú, en la que mirando su reloj y moviendo la cabeza con gesto de desaprobación, decía: Hum, hemos llegado con treinta segundos de retraso… (me hubiera gustado releer el artículo, pero los Selecciones desaparecieron para siempre cuando fueron, digamos, reciclados).

El recuerdo de ese artículo fue el que me impulso a la compra del libro, y al comenzar a leerlo esperaba encontrar un estilo similar: el relato de un viaje en el Transiberiano, a pesar de que en la propia portada del libro se especifica que el libro habla de la historia del Transiberiano: el tren que cambió Rusia. ¡Y menuda sorpresa, esa historia..!

Christian Wolmar cuenta la historia del Transiberiano de forma rigurosa, contextualizada, amena; las sorpresas van apareciendo página tras página, y comprobar que su construcción cambió el curso de la historia sorprende; que la guerra ruso-japonesa de 1904 fuera a consecuencia del paso del ferrocarril por tierras chinas, que el primer acto de la Primera Guerra Mundial probablemente no fuera el asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo, sino un incidente entre tropas checas y húngaras en una estación del Transiberiano, o que Siberia estuvo ocupada por tropas Estadounidenses por esa época, o que el Transiberiano jugó un papel crucial en la Segunda Guerra Mundial, al permitir el traslado de toda la industria bélica lejos del frente… el libro no me ha dejado de sorprender, desde su inicio hasta su final.

Por ello, al unir historia y ferrocarril, el libro se convierte en una obra casi imprescindible para estudiosos de la historia y aficionados al ferrocarril… no se si existirá alguna obra con una visión similar que hable de la historia del ferrocarril en España… tendré que averiguarlo.

A continuación, la ficha del libro:

Título: Billete al fin del mundo
Autor: Christian Wolmar.
Editorial: Ediciones Península.
Interés: Una historia rigurosa de la construcción del ferrocarril Transiberiano, y del contexto histórico que la rodeó.
Recomendación de lectura: imprescindible para el historiador aficionado al ferrocarril y para el apasionado al ferrocarril aficionado a la historia.

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Sección de libros: Línea de fuego, de Arturo Pérez-Reverte

Por mi cumpleaños, cuya fecha está ya tan lejana que ya estoy más cerca del siguiente, recibí como regalo, además de un manual para superar las pruebas del C-1 de valenciano, este libro que he terminado de leer recientemente.

Se dice que la historia la escriben los vencedores, y lo cierto es que, cuando los acontecimientos son muy recientes, siempre se impone el relato más convincente, no el más cercano a la realidad de los mismos. Si se quiere tener una visión imparcial de los hechos, normalmente debe transcurrir un tiempo suficiente, y los mismos se deben estudiar por expertos historiadores, que los describan sin sesgos ideológicos, aunque esto último en si mismo es muy difícil, dado que las ciencias sociales, como la historia, no son ciencias exactas, y están sujetas en muchas ocasiones a las concepciones de cada momento; Arturo Pérez-Reverte opta para contar ese periodo tan convulso en la historia de España que es la Guerra (in)civil, por medio de una novela histórica, en un lugar ficticio, con personajes ficticios, pero sin duda, con hechos que bien pudieran haber ocurrido en la realidad.

Porque la intención que rezuma en toda la novela es demostrar que en ambos bandos de la guerra habían grandes hombres y míserables patanes, independientemente de su graduación militar, mostrando, en cualquier caso, la verdadera naturaleza del ser humano, con sus grandezas y sus miserias… Y entre las grandezas destacables, el acuerdo al que llegan los dos bandos combatientes en el centro de Castellets del Segre (que así se llama el pueblo donde se desarrollan los hechos) para permitir la asistencia sanitaria a una mujer embarazada, o una de las últimas escenas descritas, en la que se intuye que dos de los soldados que forman parte de los vencedores de la batalla (y finalmente, de la guerra) cumplen la orden de matar a todo aquel que huya, pero con el fusil descargado…

No es la primera vez que alguien se ocupa y preocupa de contar como, incluso en los momentos más cruentos de un conflicto, se impone la humanidad de determinadas personas frente a la locura colectiva de las armas: Soldados de Salamina, de Javier Cercas (cuyo libro no he leído, pero si he visto la película del mismo nombre) muestra como un soldado republicano engaña a sus superiores salvando la vida a Rafael Sánchez Mazas, fundador e ideólogo de la Falange; pero la película que me ha venido a la memoria casi constantemente mientras leía esta novela ha sido esta…

Ispansi (2011), de Carlos Iglesias

La película se estrenó el día de mi cumpleaños de aquel año, y no encontré una forma mejor de celebrarlo; aunque casi todo el mundo únicamente recuerda a Carlos Iglesias por la serie Manos a la obra, en el papel de Benito, yo lo descubrí con esa magnífica película que es Un franco, 14 pesetas; así que no dudé ni un instante en ver esta su segunda película, que también me emocionó mucho. Por ello, no he podido evitar recordarla en algunas de las escenas que el libro describe, con el estilo habitual en Pérez-Reverte.

Particularmente, dos personajes del libro han despertado en mí sentimientos de extrema simpatía: del lado republicano, Pato Monzón, soldado de la unidad de Transmisiones y convencida comunista, y el cabo legionario Selimán, leal y fiel sin límite a los sublevados y a su compañero de fatigas, Ginés Gorguel. En cambio, los comisarios políticos comunistas del Ejercito republicano han generado, sin matices, mi rechazo, por su desprecio a las vidas humanas para conseguir objetivos políticos, y no militares.

Y frente a todos esos libros pseudo-historicistas sobre la Guerra Civil que a veces pueblan nuestras librerias, Línea de fuego es una forma amena de aproximarse, aunque sea desde la ficción histórica, a la intrahistoria de, probablemente, la batalla más decisiva: la del Ebro.

A continuación, la ficha del libro:

Título: Línea de fuego.
Autor: Arturo Pérez-Reverte.
Editorial: Alfaguara.
Interés: Una novela histórica que muestra la realidad de la guerra civil desde la perspectiva, sobre todo, de los soldados de a pie.
Recomendación de lectura: prepárate para disfrutar

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Secció de llibres – Fronteres, de Vicent Partal

Quant de temps sense escriure, benvolgut blog. Temps d’una certa agitació, que han fet que la meua ment haja estat més pendent d’altres assumptes, i no t’haja dedicat ni tan sols una miradeta cada cert temps.

I entre les coses que m’han tingut prou entretingut, la prova de certificació del nivell C1 de valencià, que ha sigut una de les causes per la qual m’he comprat aquest llibre…

Fronteres, de Vicent Partal

Vaig decidir comprar-lo per dos raons: per preparar la prova de certificació, i perquè el tema del llibre em va atraure l’atenció. Si més no, només vaig complir els objectius de la preparació, perquè respecte al tema fronteres… n’estic decebut.

I és que, desgraciadament, gran part dels assajos escrits en la nostra llengua contenen sempre un biaix polític cap a l’independentisme català, cosa que als ja convençuts per a la causa els referma en les seues creences, però als que amem la llengua i volem un espai sense fronteres ens fa una miqueta de fàstic, perquè eixa visió política perjudica, i molt, la llengua…

Per això, al comprar un llibre que assegura que

les fronteres són punts clau de confluència cultural i de conflicte polític, de mixtura lingüística i de transfomació històrica

Contraportada del llibre.

volia trobar-me amb un llibre que, des del punt de vista de l’autor, tinguera el mateix interés que les entrades del blog Fronteras, on es descriuen les curiositats d’eixes ratlles que

són sempre una invenció humana i ni tan sols aquelles més aparentment naturals no ho són, de naturals

Contraportada del llibre.

Però no. En general, no he trobat més que comentaris per satisfer el públic objectiu del llibre, i inclús alguna ciutat (perquè el llibre parla de les fronteres des d’una sèrie de ciutats) que no aporta gens de miqueta al tema.

Encara que sí hi ha una entrada que paga la pena llegir: la dedicada a Patres (que l’autor identifica com la ciutat que dona nom al barri valencià de Patraix), amb la història personal de Nicola Crocetti; i una totalment prescindible, la de Salses, no més escrita per glorificar l’heroi fugit de Waterloo, el falsament anomenat 130é president de la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont.

Per suposat, el llenguatge utilitzat és el típic del independentisme; com eixemple, ficar al mateix nivell les regions i els estats; el Quebec i el Canadà, Catalunya i França, Catalunya i Espanya (i no el Quebec i la resta de Canadà, Catalunya Nord i la resta de França, Catalunya i la resta d’Espanya). En tot cas, si volem utilitzar termes històrics, hauriem de parlar dels territoris de la Corona d’Aragó i del Regne de Castella, no de Catalunya (o Mallorca, o València) i Espanya.

I, és clar, trobe a faltar algunes referències a altres ciutats, comprensible perquè l’autor no més en parla de les visitades personalment… Cap referència a Könisberg, l’actual Kaliningrad, ciutat del gran filòsof Kant, ara mateix d’actualitat per la guerra d’Ucraïna, d’on van ser expulsats tots els ciutadans de parla alemanya i foren substituïts per russòfons… I Wroclaw, l’antiga Breslau? I Karlovy Vary, l’antiga Karlsbad? I de la desaparicó de l’alemà en Praga, llengua materna de Kafka, nascut i resident a a la ciutat?

En definitiva: un llibre que vaig comprar amb il·lusió, però que no haguera comprat d’haver sabut que em trobaria amb un pamflet propagandístic… encara que, també, hi he trobat reflexions interessants.

A continuació, la fitxa del llibre:
Títol: Fronteres.
Autors: Vicent Partal
Editorial: Comanegra
ISBN: 97884-18857-48-5
Interés: si no fora pel biaix, podria ser interessant.
Recomanació de lectura: Independentista, aquest llibre t’agradarà.

Postdata 1: una entrada que parla d’un llibre que sí tracta les fronteres des d’una perspectiva més històrica: L’organització històrica del territori valencià.

Postdata 2: al buscar l’enllaç al blog Fronteras he trobat aquesta entrada que mostra, encara que no ho parega, més amor per la llengua que algunes intervencions de suposats defensors…

Postdata 3: ja tinc el certificat del nivel C1 en Valencià…

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Sección de libros – El Canfranc. Historia de un tren de leyenda.

He leído varios libros sobre lo que popularmente es conocido por El Canfranero (curiosamente, las dos primera reseñas de esta Sección de libros fueron con libros de esta estación: La Estación espía y La estación internacional de Canfranc), pero este me ha gustado mucho, tanto por su perfil más técnico que reivindicativo, como porque se enfoca sobre los trenes, y no tanto sobre la majestuosidad de la estación o la necesidad de su reapertura (aunque también aparece reflejada). Y este libro es…

El libro está escrito por Alfonso Marco, y yo acudí a la presentación que el propio autor realizó en la estación del Norte de València, como paso previo a su distribución en las librerías especializadas. En la presentación, aparte de comentar el proceso de elaboración del libro y las dificultades que le supuso (y que creo justificadas dada la gran cantidad de información recopilada), expuso sus dudas sobre un futuro comercial y rentable de la línea de Canfranc, basándose, sobre todo, en que el tráfico de mercancías siempre fue muy reducido, y tampoco el de viajeros llegó a los movimientos esperados… cierto es que, para mí, un ferrocarril como éste sería imprescindible para liberar las carreteras de los Pirineos de tantos vehículos pesados, siendo necesario implantar una autopista ferroviaria que enlazara el puerto seco de Zaragoza, incluso los puertos de Sagunto y Valencia, con las ciudades del centro y norte de Europa… pero para ello, aparte de la reapertura del tramo entre Bedous y Canfranc, sería necesario el cambio al ancho internacional al menos entre Canfranc y Zaragoza, para hacer realmente viable esta autopista ferroviaria…

Pero volviendo al tema que nos ocupa, vale la pena dedicar un rato a la lectura de este libro: ameno, bien documentado, estructurado, con abundante material gráfico, y con la participación, además, de diversas personas que aportan al libro una visión muy personal de la importancia de la existencia de un ferrocarril como el Canfranc para los habitantes de las comarcas del norte de Aragón y del sur de Aquitania.

Por último, la ficha del libro:

Título: El Canfranc. Historia de un tren de leyenda.
Autor: Alfonso Marco.
Editorial: Doce Robles.
Interés: Un relato histórico pero con una alta perspectiva técnica de un ferrocarril más anhelado que funcional.
Recomendación de lectura: un libro para disfrutar.

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Una contradicción…

Un domingo. Un diario. Un suplemento. Una carta a la directora. Un anuncio. Dos mensajes. Una contradicción…

El pasado domingo, 30 de enero, recogí, como es habitual en los últimos tiempos, la edición dominical del diario El País y su suplemento semanal, El País semanal. Normalmente, suelo leer en primer lugar el diario y dejo el suplemento para mis desplazamientos al trabajo, pero ese fin de semana, no se porqué, dediqué un poco de tiempo a las primeras páginas del diario, y a continuación me puse a hojear el suplemento. Y por esa razón me encontré con dos mensajes y una contradicción.

Empiezo por el segundo mensaje. Como ya podéis suponer, se trata de un anuncio:

El País Semanal, 30 de enero de 2022

Este anuncio forma parte de una campaña que no sólo incluye medios escritos, sino que también podemos ver en estos momentos en forma de anuncios televisivos: en ambos casos, el público objetivo es claramente la mujer, y el eslogan, muy claro: con una barriga sana, todo fluye mejor. Y a continuación, como en todo anuncio, las bondades del producto…

¿Algún problema? La ambigüedad calculada de la palabra barrigaActivia, marca registrada del grupo Danone, emplea barriga como sinónimo de estómago en el texto del anuncio, y por ello anuncia que

Los probióticos (…) son claves para mejorar la digestión, para regular la absorción de nutrientes y para potenciar la salud

Anuncio de Activia – El País Semanal – 30 de enero de 2022

Sin embargo, el público objetivo del anuncio (las mujeres) emplea barriga como sinónimo de panza, tripa, vientre, abdomen… es decir, mira a Edurne y piensa: ¡que envidia! ¡Ya quisiera tener la barriga de Edurne! ¡Tendré que tomar mucho Activia para tener la barriga de Edurne!, sin pensar en que, con casi total probabilidad, la foto estará totalmente retocada… Casi todas las mujeres que conozco siempre están hablando de que les sobre barriga, aunque también en casi todos los casos tienen el vientre casi plano (pero no retocado como el de Edurne… ¡su barriga es real!).

Y frente a este anuncio, la carta a la directora que publica el mismo día el diario El País:

¿Qué? ¿Son o no contradictorios estos dos mensajes? Y ante la duda, ¿por cual se decantarán la mayoría de mujeres? ¿Por estar contentas con su propio cuerpo? ¿O por intentar conseguir la falsa barriga de Edurne?

Postdata: en absoluto hago responsable a Edurne de la utilización de su imagen y su probable manipulación: la única responsabilidad del contenido del anuncio corresponde a la agencia publicitaria y al anunciante.

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El pezón femenino no, el masculino sí: un absurdo que empezó en 1517 y continúa en Instagram

Tengo muchos artículos en el tintero, y nunca encuentro el momento de publicarlos dado que estoy en una época intensa llena de actividades que impiden atender mínimamente este mi blog: una reforma cuya duración fue más breve de lo previsto, pero la reorganización de los enseres domésticos que conlleva está siendo eterna, efectos adversos mínimos de la vacuna, que no mitiga en absoluto sus inmensos beneficios para la salud pública, atender la secretaría y el archivo fotográfico de mi Asociación, y algunas cosas más que no hace falta mencionar…

Pero hoy he decidido hacer un pequeño alto en las obligaciones domésticas, y dedicar un mínimo tiempo a escribir esta entrada, porque este artículo del diario El País (curiosamente leído en dos ediciones digitales, en la española como parte del suplemento Icon y en la boliviana dentro del epígrafe Curiosidades) publicado el pasado 9 de enero, vuelve a destacar el distinto trato que reciben las partes del cuerpo según sean masculinas o femeninas.

Muchas veces recuerdo una frase que decía repetidamente una joven vecina del apartamento que tenían mis padres en Benicassim: no n’hi ha res més inútil que el mugró del homens… (no hay nada más inútil que el pezón de los hombres), y en este artículo de María Bastarós (escritora e historiadora del arte) se habla de eso, de los pezones masculinos y femeninos, y de cómo sólo en la última cuarta parte de la historia de la cristiandad, y curiosamente, como efecto indeseable de la reforma de Lutero, el pezón femenino ha sido estigmatizado.

Este es un tema que he tratado frecuentemente en este mi blog: el de la hipersexualización del cuerpo femenino, y el del distinto trato que se da al cuerpo femenino con respecto al cuerpo masculino: entre otras entradas, Hipótesis: la ropa interior como indicador de las partes visibles del cuerpo socialmente aceptables, escrita el pasado verano, La cosificación del cuerpo (femenino), también del verano, pero de 2014, Cuestión de pezones (y algo más) y dos pequeñas reseñas de dos libros imprescindibles: La mujer desnuda, de Desmond Morris, y sobre todo, Le sein, une histoire (que leí en francés, pero que tiene traducción española, Historia del pecho)

Ahora, toca disfrutar del artículo de María Bastarós, titulado igual que esta entrada.

Facebook censuró en 2018 una estatua de hace 28.000 años. También un anuncio de lactancia. Hace nada, Instagram lo hacía con Madonna y con el cartel de ‘Madres paralelas’. Una tónica que no parece que vaya a cambiar. Mientras, el hombre puede mostrar sus pezones como y donde quiera. ¿Por qué? La respuesta lleva fabricándose siglos.

Este es hoy el estado de la cuestión: el mismo elemento físico se permite públicamente en el hombre pero no en la mujer. Curiosamente, no siempre fue así. Los pezones femeninos se vieron, durante mucho tiempo, hasta en las iglesias.

Imagen de Getty images, censurada para la ocasión por Pepa Ortiz – El País

 “Alexa, muéstrame noticias que incluyan la frase ‘enseña un pezón”. La de Alexa es la voz de un programa de inteligencia artificial que no se azora ante el fantasma de una protuberancia rodeada por su aureola de piel rosada: es la voz del sentido común, la voz de la razón. Y recita: “Cristina Pedroche la lía enseñando un pezón por descuido en Instagram”. “Anabel Pantoja enseña un pezón por descuido y acaba rompiéndose en Sálvame”. “Karol G se descuida y enseña un pezón en Instagram”. “Marta López, novia de Matamoros, enseña un pezón en un descuido”.

Queda claro, por la monótona cadencia de los resultados, que un pezón femenino es un asunto problemático cuya muestra en público obedece, unívocamente, a un descuido de su propietaria: mostrar un pezón no es algo que una mujer haga sino algo que le sucede, como si durante un paseo por el parque del Retiro le cayera un rayo en la cabeza. E, igual que con el rayo, es probable que a la desafortunada le acabe saliendo humo de la coronilla. Porque enseñar un pezón en público, siendo mujer, puede dar lugar a titulares tan delirantes como este otro: “A 14 años del nipplegate: lo que realmente pasó en el show de la Superbowl”.

Para que lo entiendan los miembros de la Generación Z y mileniales olvidadizos, el artículo hace alusión a la conmoción internacional que supuso la salida a la luz del pezón izquierdo de Janet Jackson durante el concierto con el que se amenizaba uno de los mayores eventos deportivos de los Estados Unidos. Aquello fue en 2004 y, más de una década después, en 2018, la publicación USA Sports abrió una investigación al respecto para rastrear a los implicados y sus posibles motivaciones a la hora de preparar el asunto del pezón. Un dato: las malas lenguas dicen que Justin Timberlake, con el que Jackson compartía escenario, fue quien provocó el “accidente”. Otro dato: tras el nipplegate, la carrera de uno de los dos cantantes se hundió y la del otro salió reforzada. Hagan sus apuestas.

Janet Jackson se tapa un pecho después de que Justin Timberlake se lo descubriera – AP – El País

Pero ¿cuándo convertimos al pezón femenino en un tabú de semejante poder? ¿Cuándo lo escindimos de sus partenaires masculinos y adquirió la naturaleza de elemento disruptivo, de escándalo, de elefante rosa en la habitación? Porque eso es algo que, obviamente, hemos hecho nosotros. No se trata de algo innato, de un temor atávico que haya caminado siempre de la mano de los pezones femeninos, y la historia del arte ofrece buenas muestras de ello: nadie puede ignorar la contundencia mamaria de la primera escultura del mundo conservada, la Venus de Willendorf (data del año 28.000 a.C., Facebook la censuró en 2018 d.C.). En el arte egipcio torsos de mujeres y de hombres son retratados sin pudor, lo que nos indica que ambos géneros iban desnudos de cintura para arriba. Igual sucede con la cerámica precolombina (echen un vistazo a la cerámica del pueblo mochica), la escultura griega y romana y, por extensión, las manifestaciones artísticas del Renacimiento.

Y pese al aura de oscurantismo y cerrazón que rodea al medievo, una iconografía habitual de esos siglos demuestra que, en el asunto de lo pezones, nos llevaban ventaja. Ya en el arte bizantino contamos con ejemplos de esta iconografía, La Virgen de la Leche, que muestra a la madre de Cristo dando de mamar a su hijo con mucho menos pudor del que hoy sentiría una mujer en el metro. Es más: esta tipología de imagen virginal tuvo tanto recorrido que por toda Europa se pueden encontrar ejemplos –hoy escandalosos– de pinturas en las que la Virgen da de mamar a un hombre hecho y derecho como San Bernardo. Apretándose un pecho, la Virgen de la Leche dispara con pericia un chorro lácteo en la boca del santo, como vemos en el retablo de San Bernardo de la Capilla de los Templarios de Palma de Mallorca, del siglo XIII. Debemos tener en cuenta que hablamos de una imagen sacra –no solo sacra, también asociada a la pureza y la virginidad– en una actitud que hoy nos resultaría impensable por impúdica y sexualizada. Y sin embargo parece que, en la extensa horquilla que abarca los siglos entre la Edad Antigua y el siglo XV, el pezón femenino no superaba el insípido rango de protuberancia, incluso en el contexto de la imagen religiosa. En un suspiro histórico nos plantamos en el siglo XVI, cuando la hípersensualidad del arte barroco llena las iglesias.

La Venus de Willendorf, que tuvo que esperar 28.000 años a ser censurada por unos señores de Palo Alto, California – Museo de Historia Natural de Viena – El País

Santos, mártires y místicas se convierten en criaturas celestiales de innegable sex appeal gracias a sus anatomías expuestas y retorcidas, sus bocas entreabiertas y una lograda actitud entre la pena y la fiebre más luminosa. Las devotas tienen que abandonar las iglesias debido a los calores que les produce la imagen de San Sebastián (hoy flamante icono gay), y algunos párrocos retiran cuadros y esculturas para evitar pensamientos obscenos. Los mármoles se hacen carne y los cerebros, gelatina.

Llegamos a un momento clave: esta voluptuosidad corporal, además del hedonismo de una Iglesia cada vez más complaciente consigo misma, es lo que conduce al cristianismo a su mayor cisma histórico. En 1517, el fraile agustino Martin Lutero se rebela ante el Papado y exige la separación de la Iglesia romana y la vuelta a la sobriedad estética y moral. Nace así la rama protestante del cristianismo, que se extenderá con enorme éxito por Inglaterra y Estados Unidos, donde aún hoy es la confesión principal. Y de esos barros, estos lodos: porque allí donde el protestantismo echa raíces comienza a gestarse un ecosistema puritano que identifica cuerpo y vicio y que observa a las mujeres con una mirada tan pudorosa como sexualizada, un exacerbamiento de la diferencia de género que acabará convirtiendo los pezones femeninos en el símbolo de todo eso que la mujer es y el hombre no: una tentación de la que uno debe defenderse.

No es que previamente no existieran tabúes respecto al cuerpo de la mujer: un tobillo o una muñeca eran un asunto serio, más que un pezón. La moda de los siglos XVII y XVIII, con sus corsés elevadores de escote y sus cuellos extremadamente bajos, daba lugar a numerosos “accidentes” que han quedado reflejados en el arte de la época, como vemos en el retrato de Lady Thornhagh ejecutado por William Larkin en 1617.

Lady Thornhagh, retratada por William Larkin – Wikimedia Commons – El País

Sin embargo, la subida al trono de la reina Victoria en 1837 dará al vestuario femenino el carácter de fortaleza: se impone la manga larga incluso en los días de calor, los guantes, las faldas largas. Y no solo eso: el corsé, antes destinado a elevar el pecho, se convierte en un instrumento de tortura que impide caminar durante un buen rato, agacharse o gritar sin caer desmayada. No se trata solo de tapar a la mujer: se trata, sobre todo, de controlarla. Y es ese control, al margen de la parte anatómica escogida para cristalizarlo, el que hoy lleva a pixelar pezones y considerar ofensivos pedazos de piel a priori inocuos.

Dejando a un lado Inglaterra, el otro gran bastión del puritanismo, Estados Unidos, se impone desde el final de la Segunda Guerra Mundial como espejo en el que el mundo occidental va a mirarse hasta hoy. Mientras por la costa mediterránea es usual ver a mujeres practicando top less, espolvoreadas como con un salero sobre toallas y colchonetas de colores vibrantes, en Estados Unidos el cuerpo de las mujeres es un asunto delicado y en muchos de sus estados relajarse con las tetas al aire está penado por ley. Es más, aún en los lugares donde se permite, como Hawái o California, la dueña de unos pechos al descubierto sentirá la mirada reprobadora del resto de bañistas, y hasta puede ser arrestada por conducta indecente a pesar de que la ley federal del Estado le permita quitarse la parte de arriba del bikini.

Un pezón femenino es un campo de batalla, un territorio sobre el que derramar ríos de tinta con afán autoritario. De hecho, en virtud de esa mirada conservadora, Estados Unidos legisló a favor de la lactancia en público siempre que la madre en cuestión no tuviera la osadía de mostrar el pezón en el proceso: el amamantamiento tiene que darse bajo una prenda que lo oculte, sin mostrar el pecho ni alcanzar los ojos de transeúntes o comensales que compartan espacio con la madre y su bebé. Heredera de este sentir general, la red social por excelencia, Facebook, censuró el pasado marzo por su contenido explícito un anuncio de la compañía de productos de crianza Tommee Tippee, que muestra a varias mujeres dando el pecho a sus bebés en distintas situaciones cotidianas.

El polémico póster de la última película de Pedro Almodóvar, ‘Madres paralelas’.  -El deseo (EFE) – El País

Pero no nos equivoquemos: esa tendencia a restringir la libertad de movimiento de las mujeres y sus pezones acaba donde comienza el cuerpo femenino como espectáculo. Mientras Facebook e Instagram censuran pezones mediante algoritmos de reconocimiento, el desnudo integral satura las revistas masculinas americanas desde el nacimiento de Playboy en 1953. El camino de la célebre publicación comenzó con el éxito asegurado gracias a un desnudo de Marilyn Monroe que Hugh Hefner había adquirido cuando esta era solo una aspirante a actriz. El cuerpo de la mujer, pezones incluidos, es mostrado o censurado en función de su capital erótico, de su utilidad para la mirada masculina.

De cara a la galería, en un intento por estandarizar las imágenes que la sociedad debería considerar “aceptables”, las redes gobernadas por Mark Zuckerberg siguen censurando las temidas protuberancias femeninas pese a las numerosas campañas en contra de esta política, (la más conocida, Free the nipple, impulsada por la actriz Lina Esco). El último gran escándalo ha girado en torno al cartel de la última película de Pedro Almodóvar, Madres paralelas, obra de Javier Jaén: un pezón femenino del que gotea leche y cuyo diseño lo entronca más con la estética de Hitchcock o Buñuel que con cualquier publicación erótica. Pese al posterior mea culpa de Instagram, que repuso el cartel alegando su obvio carácter artístico, nada en el argumentario de la red sugiere que se prevea un cambio de talante en torno a la aceptación de los cuerpos de las mujeres.

En un paralelismo como poco llamativo, los pezones de los hombres siguen a salvo en redes sociales, playas y platós de televisión, entendiéndose como territorios de los que estos son dueños y señores, incapaces de despertar el bochorno o ser la causa de airados debates entre congresistas. Tal vez esta extravagante distancia entre las connotaciones de unas y otras protuberancias se deba a que el crecimiento de los pechos marca ese momento, a menudo tortuoso para las adolescentes, en las que una niña deja de ser tal y pasa a convertirse en una mujer: ya no es un cachorro humano como otro cualquiera, sino uno de cuya visión hay que defender a los hombres –también de los adultos– para que no se sientan incomodados por la presencia de esos cuerpos liminales. No hace falta rebuscar demasiado para encontrar casos en los que un crecimiento temprano o llamativo de los pechos de una adolescente ha conducido a auténticos casos de bullying: Ali Marsh, joven activista y víctima de este tipo de acoso, habla de ello abiertamente en Gurls Talk, el proyecto destinado a dar voz y generar diálogo entre chicas jóvenes dirigido por la modelo británica Adwoa Aboah.

Esta sexualización y sus ramificaciones violentas, huelga decir, solo se dan cuando las dueñas de los pechos son las niñas: a nadie se le ocurría que los torsos masculinos que en los noventa poblaban las portadas de revistas adolescentes como You o Bravo fueran a despertar algo más que los grititos exaltados de una pandilla de colegialas. Y es que la esencia de los objetos no reside en estos, si no en la mirada mediante la que son observados.

En este sentido, y hace ya casi un siglo, hablaba el periodista Adolfo Marsillach y Costa para defender el nudismo de sus detractores durante sus primeros pinitos en España: “El vestido es la causa, el origen de la inquietud sexual, hoy aguda enfermedad del alma. Con el vestido, el individuo toma para sí lo que no es suyo, imagina, fantasea, dibuja, siempre fuera de la realidad (…). El desnudo absoluto es casto”.

Dadas las escasas diferencias entre protuberancias masculinas y femeninas, que tienen más que ver con la utilidad que con la estética –los pezones masculinos perduran en el cuerpo porque sencillamente no molestan, aunque a nivel evolutivo sean, por lo visto, desechables–, no queda más remedio que explicar esa distinción de trato en donde siempre suele encontrarse: en una cultura que considera el cuerpo de la mujer como un objeto sobre el que ejercer un control que, en última instancia, se autolegitima en la propia arbitrariedad de su naturaleza.

Enlace al artículo original en El País – España: El pezón femenino no, el masculino sí, un absurdo que empezó en 1517 y continúa en Instagram

Enlace al artículo original en El País – Bolivia: El pezón femenino no, el masculino sí, un absurdo que empezó en 1517 y continúa en Instagram

Libros recomendables de María Bastarós.
Historia de España contada a las niñas. Fulgencio Pimentel, 2018.
Herstory. Una historia ilustrada de las mujeres. Lumen, 2018.
Sexbook. Una historia ilustrada de la sexualidad. Lumen, 2021
No era a esto a lo que veníamos. Candaya, 2021.

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Si yo fuera…

¿Nunca te has planteado cómo hubiera sido tu vida si hubieras nacido mujer en lugar de hombre, u hombre en lugar de mujer?

No sé si ese era el planteamiento cuando se compusieron los dos temas que hoy rescato del pasado, pero si no fue así, debió ser algo muy similar.

El primero es del cantautor Patxi Andión, muerto como consecuencia de la pandemia que suponen los accidentes de tráfico el 18 de diciembre de 2019, y que compuso este tema en el año 1983. Sorprende que en un año como aquel, todavía tan cerca de la dictadura que consideraba a las mujeres como meros objetos al servicio del hombre, y tan lejano del MeToo actual, escribiera con tanta claridad una crítica al machismo… eso tuvo un mérito que posiblemente no se le reconociera en su momento, y tampoco ahora, dado que prácticamente su canción ha caído en el olvido.

Así que, para que vuelva a resurgir como un ave fénix, vuelve a los escenarios Patxi Andión con su temazo Si yo fuera mujer

Si yo fuera mujer, por Patxi Andión

Y del segundo, tengo que decir que me ha sorprendido saber que lo interpreta Beyoncé, aunque su autora es la cantautora BC Jean. Y también me sorprende la fecha de su estreno, el año 2008, porque en mi mente lo situaba casi en la misma época que el anterior. ¿Y como se llama éste? Si, lo has adivinado… Si yo fuera un chico.

En su versión en inglés se llama If I were a boy

Y tu, si tuvieras esa posibilidad… ¿te cambiarías, aunque fuera por unas horas… o lo harías para siempre?

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