Sección de libros: El adolescente: sexualidad, vida y crecimiento

El otro día, mi hija me devolvió un libro que le había dejado hace tres años; cuando lo hizo, mi corazón dio un vuelco… este libro ha marcado mi vida, y no fui consciente de ello cuando lo compré, en aquel kiosco de la calle Herrero de Castellón, bajo la que entonces era mi casa… El libro en cuestión era éste.

El eurociudadano nudista - El adolescente Vida sexualidad y crecimiento Alex y Jane Comfort

Como se ve, el libro ha sido muy consultado (por mí, porque mi hija dice que no lo ha leído…)

En aquellos momentos, yo tenía 16 años. El kiosco en cuestión lo regentaba un joven kiosquero de unos 35 años, bastante alternativo (de hecho, posteriormente montó un restaurante vegetariano llamado Elcusecoana, que fracasó), aunque el día que descubrí este libro estaba una señora más mayor, probablemente su madre (o al menos eso me parecía; creo recordar, además, que la señora era inglesa o al menos tenía acento británico…). Al abrir el libro, lo primero que descubrí fue su precio… 550 pesetas… algo un poco inalcanzable, dado que entonces mi paga semanal debía rondar las 200 pesetas.

A continuación, entreabrí sus páginas, para comprobar si el libro, tal y como aseguraba en la contraportada,

no es un libro temerario ni alarmante, pero tampoco tímido ni mojigato

Aunque también afirmaba que

El Adolescente es el obsequio ideal de los padres a sus hijos, es el punto de partida de un diálogo sincero acerca de los misterios de la vida

y yo sabía que mis padres nunca me iban a regalar este libro, sino que más bien lo comprarían para quemarlo en la hoguera.

Con 16 años, piensas que lo sabes todo sobre sexualidad; tu sabiduría se reduce a lo que te han contado tus amigos y a lo que no te han contado tus padres (aunque recibes miles de advertencias sobre los peligros del sexo, sin saber muy bien a que se refieren con ello…). Y, por primera vez en tu vida…

El libro se inicia con un prefacio para los padres, en el que se indica que es adecuado a partir de los 11 años, y añade:

no hay ninguna edad en la que este libro pueda ser inapropiado

por lo que pensé que nunca es tarde si la dicha es buena. En ese momento, no me entretuve mucho (aunque ahora reproduciría íntegramente su contenido) y seguí hojeando… y de repente, al llegar a la página 26, cerré de bruces el libro, me puse colorado como un tomate bien maduro, y subí corriendo a casa (por cierto, ni siquiera llegué a comprar lo que necesitaba).

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El lugar dónde se situaba el kiosco; en el edificio de la esquina, en su segundo piso, se ve la ventana de mi comedor. Fuente: la habitual, San Google Maps.

Al día siguiente, nada más volver del colegio (en el que fui bastante reprendido por mi aspecto ausente durante todas las clases), y con una excusa cualquiera, volví a bajar al kiosco. Tembloroso, volví a coger el libro, fui directo a la página 26… y sí, en efecto, ni mi vista ni mi imaginación me habían engañado: unas ilustraciones dónde se mostraban los dos sexos, desde el niño al adulto, pasando por la preadolescencia y la adolescencia… sin ropas. Yo, que ya sabía todo con 16 años, me quedé por unos momentos absorto observando atentamente los dibujos (sobre todo, descubrí por primera vez como era una mujer). Cerré de golpe el libro, lo volví a dejar en la estantería, y miré a mi alrededor, no fuera que alguien conocido (sobre todo mis padres) me hubiera pillado leyendo esa guarrería…

Al día siguiente, tras las correspondientes reprimendas en el colegio por estar absorto en mis pensamientos, volví a bajar al kiosco, con la esperanza de que el libro siguiera allí… y allí seguía. Miradas furtivas a izquierda y derecha, nadie conocido por el lugar, apertura nerviosa de las páginas del libro… y directo a la página 26. Unos segundos, y sigo adelante.

¡Oh, Dios mío! ¿Que ven mis ojos? Sendas ilustraciones sin ropa de una chica y un chico, adolescentes los dos, a página completa cada uno, de frente y de espaldas, describiendo los principales cambios físicos que se producen en la adolescencia… Esta vez, no cierro bruscamente el libro, sino que lo mantengo abierto, aumentando mi admiración hasta que…

Con un inconfundible acento británico, me preguntan: Te gusta el libro, ¿verdad? Más rojo que un volcán en erupción, me giró hacia la mujer, y le digo que sí con la cabeza (no podía articular palabra… ¡me habían pillado hojeando un libro inmoral!) y a continuación me dice Sí, es un libro altamente recomendable… ¿te lo guardo? La mujer, sin duda, me había estado observando durante mis fugaces visitas al kiosco.

Al día siguiente (si, de nuevo al día siguiente) reuní de-no-se-dónde las 550 pesetas que costaba el libro y, escondido debajo del chaquetón, entró el libro en casa, directo a su escondite. De él sólo salió cuando lo leía en mi habitación, con la puerta cerrada, y en otras dos ocasiones.

La primera de ellas fue para dárselo a mi desaparecido amigo Cayetano; aunque el me decía que en su casa el sexo no era un tema tabú, tanto le insistí con las bondades del libro que me lo pidió (es curioso, creo que fue el único amigo al que se lo comenté). Así que un día me acompañó a casa, pero para mantener el secreto, le pedí que me esperara en el portal. Cuando subí, no había nadie en casa, así que saqué el libro de su escondrijo y convenientemente escondido en una carpeta bajé las escaleras, llegando a donde estaba Cayetano… ¡justamente cuando mi madre entraba de la calle! Menos mal que mi amigo fue hábil y dijo ¿estos son los apuntes de matemáticas que me tienes que dejar..? Luego mi madre me reprendió por mi excesiva vergüenza, al no dejar que subiera a casa.

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Tras este portal ocurrieron los hechos; antiguamente era el número 2 de la calle Blasco Vichares, pero en virtud de la Ley de Memoria Histórica ahora se llama José Sánchez Adell (y no sé ni quien era ni el uno ni el otro). Fuente: la misma de antes.

Y la otra ocasión, mi propia madre fue la protagonista. No consigo recordar cómo, pero de repente vi el libro en sus manos… yo estaba estudiando en el comedor, y la vi en el quicio de la puerta, hojeándolo… a continuación, tras una expresión entre sorprendida y asqueada, entró en la habitación de mi hermana y lo guardó en su armario. Allí estuvo depositado hasta que mi madre se fue a comprar, y corriendo lo volví a depositar en su escondite… mi madre nunca mencionó el incidente, al menos a mí.

¿Que hace de El adolescente un libro tan especial? Su naturalidad, su sinceridad, su lenguaje directo para su público, los preadolescentes y adolescentes. Y sobre todo, su apuesta decidida y sin ambigüedad por la igualdad total de chicos y chicas. ¿Ejemplos? Se puede escoger cientos de ellos, y aunque ya habéis comprobado que una de mis virtudes no es la brevedad, voy a intentar resumirlo con algunas de sus frases.

El sexo es…

Todas las personas -incluso las que tienen miedo del sexo, o piensan que es pecaminoso o no del todo bueno – están en este mundo porque un hombre y una mujer realizaron un acto sexual juntos.

A medida que avanza el crecimiento los dos sexos comienzan a diferenciarse corporalmente cada vez más. También se diferencian cada vez más porque en nuestra sociedad (y en muchas otras) se les viste de manera distinta y se les enseña cosas diferentes.

No se debería mantener relaciones sexuales con nadie hasta no estar preparado para ello, así como no se debe intentar conducir sin estar en condiciones y sin poder hacerlo sin dañarse uno mismo y a los demás.

Masturbación

Obtener un orgasmo por la frotación de los órganos sexuales se llama masturbación. Es una manera natural de verificar el funcionamiento de tus genitales, aparte de ser muy agradable, y la forma en que prácticamente todos los muchachos y las chicas aprenden a experimentar el sexo. Algunos libros antiguos contenían tonterías espantosas acerca de la masturbación, tales como que causaba ceguera, locura y cosas por el estilo. Si esto fuera verdad, la mayoría de la gente sería ciega, o loca, incluso los que escribieron esos libros.

¡No hay prisas!

Cuando dos personas hacen el amor, cada uno tiene que descubrir qué es lo que al otro le gusta más. Hacer el amor es algo que dos personas hacen la una a la otra y no algo que una persona hace a la otra.

¿Para qué es el sexo?

De acuerdo con todo esto, se dice que el sexo en los seres humanos se utiliza con tres finalidades: niños, amor y diversión. Debes saber cuál de estos tres fines estás buscando y cuál está buscando tu pareja. No son incompatibles. Se puede tener amor y diversión, o amor, diversión e hijos, pero hay que saber lo que ambos integrantes de la pareja quieren.

Cada vez que una pareja tiene relaciones sexuales, debe tener claro si lo que están haciendo es el amor o también un niño. Siempre que un hombre y una mujer, un muchacho y una chica, tiene relaciones, aunque sea la primera vez, puede producirse un embarazo, una nueva persona, que realmente necesita unos padres adultos, sensatos, que lo hagan sentir bienvenido al mundo. No se deben correr riesgos.

La anticoncepción

El control de la natalidad es probablemente lo más importante que deben conocer los jóvenes referente al sexo porque, para gozar del sexo y convertirlo en parte del afecto, es absolutamente esencial estar seguro de que no se va a tener un hijo al menos que así se desee.

Sinrazones

Aunque tener relaciones sexuales es una de las actividades más placenteras que realizamos, durante generaciones los seres humanos se han amargado a sí mismos y a otros, preocupándose, haciendo sermones sobre el sexo, prohibiéndolo, y escribiendo tonterías sobre el tema. Todavía hoy se puede ser arrestado como criminal sexual, si se muestra el cuerpo humano normal en una playa pública nadando sin bañador.

La desnudez

Es aberrante que se nos enseñe a sentir vergüenza de todo cuerpo desnudo. Estar desnudo resulta agradable y bello, De hecho, incluso la gente fea, por lo general queda mejor, y no peor, cuando está sin ropa.
Impedir que una persona se desnude (en las playas, por ejemplo) o que vea a otra gente desnuda, equivale a mantener toda una industria que emplea a cientos de policías, inspectores, fiscales de distrito y así sucesivamente. Parece bastante estúpido.
A quienes encuentran que es realmente agradable estar desnudos, cuando se reúnen al aire libre para jugar, nadar y broncearse se les llama nudistas. Quitarse la ropa en compañía significa ver a las personas como son, dejando que te vean también como eres, sin ningún tapujo, y es tranquilizador para cualquiera que tenga dudas acerca de su valor físico como mujer o como hombre. Se aprende que las personas son de todas formas y tamaños y que todas las formas y tamaños son buenas, con o sin ropas.
Hoy muchos adultos van por sus casas desnudos, sin esconderse detrás de las toallas. esto ayuda a los niños a saber cómo son los cuerpos de los mayores. En el siglo pasado algunos hombres crecieron sin saber que las mujeres tenían pelo en el sexo -las ilustraciones y las estatuas casi nunca lo tenían- y se turbaban cuando veían cómo era en realidad el cuerpo de una mujer desnuda; algunas chicas no sabían, hasta que se casaban, cual era el tamaño de un pene normal.
En la época que vivimos ahora probablemente la gente dejará de preocuparse tanto por la desnudez. Por el momento debes recordar que aún sonroja a muchas personas, así como el sexo en general, y que no se puede imponer la desnudez a personas que no la desean.
Los nudistas acostumbraban a considerar como algo importantísimo tomar el sol y broncearse todo el cuerpo, y aseguraban que esto les hacía sentir muy bien. Probablemente lo que les hacía en verdad sentirse bien era el hecho de liberarse de todos los prejuicios sobre la desnudez como algo malo o vergonzoso. Es muy agradable tomar el sol, y las pieles bronceadas dan un aspecto muy saludable, pero en realidad los rayos solares dañan la piel y la agrietan prematuramente, de modo que es mejor no tomarlo en exceso, especialmente en lugares muy soleados como el sur del Mediterráneo o la cima de las montañas, donde el sol es muy fuerte.
Estar juntos y desnudos es una de las cosas más agradables que hacen los amantes, aun cuando no tengan la intención de realizar el acto sexual. Les permite verse y sentirse el uno al otro sin ocultarse nada, simplemente como dos personas tal cual son.
La idea de que la desnudez es algo sucio produjo en realidad, una enfermedad mental. Algunos hombres, que tuvieron dificultades sexuales desde al infancia y tienen demasiado miedo para intentar tener relaciones sexuales con una mujer, sólo se excitan escondiéndose en lugares públicos y mostrando repentinamente sus órganos sexuales a una mujer o a una niña. Si ésta se asusta y lo demuestra, entonces se sienten bien. A estas personas se les llama exhibicionistas y con frecuencia se les castiga con la cárcel. es muy doloroso que tengan tales problemas, y en realidad no le hacen daño a nadie. Si todas las mujeres y las chicas estuvieran acostumbradas a mirar el cuerpo masculino, harían lo que según se cuenta, hizo una dama francesa, y dirían a este hombre: –Espléndido, pero ¿no cogerás un resfriado?

Los buenos modales y la moral.

Cuando los adultos hablan de la moral o e que algo es inmoral, por lo general se refieren al sexo. En realidad, moral tiene que ver con una conducta correcta, pero, de algún modo, siempre se ha hecho más escándalo con las reglas sexuales que con la codicia, los prejuicios o el fracaso en preocuparse de lo que les pasa a los demás.
Nosotros pensamos que sólo hay dos reglas de moral sexual: no correr el riesgo de tener un hijo no deseado; y no hacer cosas que hagan sufrir a otro.
Tener buenos modales significa no molestar a las personas ni excitarlas sexualmente si no tienes interés en mantener con ellas una relación sexual. Significa mantener bajo control las bromas y los chistes. Existe una larga historia de hombres que tratan a las mujeres como objetos de supermercado.

La pornografía.

Pornografía es una palabra larga que se aplica a todo tipo de libro o de película sobre sexo que alguien quiere prohibir. A las personas que les gusta el fútbol, les gusta mirar ilustraciones y leer libros sobre fútbol. Dado que prácticamente a toda persona normal le gusta el sexo, prácticamente toda persona normal debería gozar leyendo libros sobre sexo, o mirando ilustraciones si no hubiera quienes lo prohiben.
Leer libro pornográficos no te hará daño, aunque probablemente no aprendas mucho de ello, y en cambio, con frecuencia, te encuentres con una cantidad de ideas exageradas sobre el sexo. Algo que no se aprende leyendo pornografía es cómo tratar a los demás durante las relaciones sexuales y ésta es la lección más importante.
Probablemente el verdadero problema con las ilustraciones sexuales es que todas las muchachas son modelos fotográficos y los hombres de tipo atlético, y la mayoría de nosotros no somos así.

La violación.

Violar significa obligar a alguien a tener relaciones sexuales contigo cuando esa persona no lo desea, ya sea por la fuerza o atemorizando a la víctima para que ceda. Ningún muchacho y ningún hombre tiene jamás el derecho de obligar a una mujer a copular con él, aunque esté muy excitado, y aun cuando ella haya cambiado de idea y diga No después de haber dicho Sí. Pero por lo general las violaciones no se producen por esta causa. Los hombres que violan a las mujeres no suelen ser muy sexuales ni fácilmente excitables: son personas que utilizan el sexo como un medio para expresar su odio, no su amor. Violar a una mujer, así como pegarle es simplemente una manera de ocasionarle dolor y tristeza.
No es verdad que si una chica o una mujer es atacada, demuestre que lo estaba pidiendo, por llevar ropas provocativas o de alguna otra forma.

El sexo es…

Ahora estás en posesión de las reglas principales que necesitarás cuando te conviertas, y a medida que te conviertas, en un adulto sexualmente:

  • No tengas prisa. Las relaciones sexuales son para hombres y mujeres, no para niños, y hay mucho tiempo.
  • Se considerado, responsable y sensato respecto a las necesidades y los sentimientos de los demás. No le hagas daño a nadie nunca y de ninguna forma.
  • Nunca, y bajo ningún punto de vista, corras el riesgo de traer al mundo a un hijo que no seas capaz de mantener.
  • Aprende a valorar y a gozar de tu cuerpo sin temor, pero sin ser egoísta.

Y éste es un pequeño extracto del libro. Un libro que, ahora lo sé, ha sido crucial en mi desarrollo como persona. Mi vida, y sobre todo, mi visión de la vida, hubiera sido muy distinta. Ahora comprendo cual fue la fuente de mi sistema de valores, tan antagónico del de mis padres, al menos en este aspecto.

A continuación, la ficha del libro.

Título: El adolescente. Sexualidad, vida y crecimiento.
Autor: Alex Comfort y Jane ComfortIlustraciones de Howard Pemberton y Bill Prosser.
Editorial: Blume, 1980.
ISBN: 84-7031-162-X.
Interés: ¡Dios mío! ¿cómo puede ser que la gente pueda vivir sin él?.
Recomendación de lectura: Corre a comprarlo, dónde sea y al precio que sea… tus hijos lo merecen todo de ti.

 

Premio para los que han llegado hasta aquí:

  1. Si, lo sé, tienes curiosidad en saber que diablos era eso de Elcusecoana… son las siglas de la frase El cuerpo se equilibra comiendo alimentos naturales.
  2. 550 pesetas son 3 euros y 30 céntimos, y 200 pesetas, 1 euro con 20 céntimos. Sí, con ese dinero pasábamos la semana…
  3. El libro, en estos momentos, cuesta 352 € en Amazon.
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5 respuestas a Sección de libros: El adolescente: sexualidad, vida y crecimiento

  1. Evaristo dijo:

    ¡Qué suerte tuvistes al encontrarte con este libro!.Yo viví mi preadolescencia ,adolescencia y juventud teniendo miedo del sexo.Solo recibía mensajes negativos relacionados con el sexo.El sexo era algo sucio,pecaminoso.Pensaba que solo había peligros asociado al sexo.Yo crecí en el momento de la epidemia del SIDA,en los años en que se aprobó la primera ley del aborto con toda su polémica.No hacía más que pensar cómo se complicaban los adultos con el sexo cuando lo único que debian de hacer era olvidarse de ello y solo usarlo cuando quisieran tener hijos.La idea del sexo como algo placentero o para expresar amor estaba fuera de toda consideración para mi.Mi propio líbido (que ni si quiera sabía que se llamaba así) lo vivía casi como una enfermedad.¡Que vergüenza! cuando mi fantasía o pensamientos divagaban en ideas que yo consideraba aberrantes o ,delirantes como recrearme en la figura de una mujer sexy..Cuando en alguna película aparecía algún desnudo generalmente femenino ,sentía vergüenza ajena (¿cómo se atreve a mostrarse desnuda ,es indecente,indecoroso?¿ cómo vende su dignidad enseñando su cuerpo?). Y también sentía vergüenza propia porque me gustaba pero no me gustaba que me gustase.Esta actitud hacia el sexo ha dificultado mi relación con las mujeres,porque cuando me sentía atraído por alguna huía de su presencia para no sentir esos deseos que yo consideraba inadecuados,.Me sentía casi un pervertido..En definitiva,esto pone de manifeisto lo importante de una buena educación afectivo-sexual desde edades tempranas para evitarse innecesarios traumas. .

    Posdata: Excelente blog,excelentes artículos,No siempre la calidad de algo viene determinado por la cantidad de gente que lo aprecian.

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  2. castellonenc dijo:

    Que curioso!
    Yo tenía el mismito libro de adolescente (ahora tengo 36) y me lo compraron mis padres cuando tenia sobre 15 o 16 y también soy de Castellón, no sé si fue en la misma librería, pero también vivía muy cerca de la calle Herrero.

    A mi mis padres me lanzaban mensajes contradictorios, por un lado me aseguraban que me quedaría ciego por masturbarme y por otro lado me compraron este libro que obviamente decía lo contrario…

    Me decanté por lo que más lógico me parecía 😉

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    • castellonenc dijo:

      Anda, estoy viendo que la librería que dices es la papelería que había junto al colegio público de prácticas, no?
      Que era de un hombre que tenía otra papelería igual al otro lado del colegio.

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      • ¡Hola!
        Muchas gracias por tu comentario, Castellonenc.
        Me alegro que, además de haber compartido barrio, hayamos compartido también este libro. Sin embargo, no creo que el kiosco sea el mismo, dado que hay 20 años de diferencia entre mi compra y la tuya. Pero bueno, al parecer nuestro barrio era de los más abiertos de la ciudad, dado que ambos pudimos comprar un libro como éste…

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